Lectura "El buen Pensador"

Que no es lo mismo que buenos pensamientos, sutil diferencia que resolvemos pensando en que una cosa es el pescado y otra el pescador,- ya lo dijera el amado Emerson: la empresa más difícil del mundo es la de pensar, igual digo yo-, vas a lo segura, iniciemos pues con tan dura tarea que el tal ya saben quién nos ha impuesto el día de hoy y que no es otra que la de tratar de explicar qué es la concentración y de qué manera se puede lograr, lo que necesariamente nos hace voltear hacia el pensador mismo, y como venido del cielo nos cae Henry Hazlitt (HH) y su pequeño gran libro El pensar como ciencia escrito muchos, muchos años atrás. Lo primero por aceptar es que la inmensa mayoría no podemos concentrarnos y que somos víctimas de las mil y una distracciones que se originan por asociación de ideas que se encuentran implantadas en nuestra meta. Perra divagativa suerte, o quién sabe, sin dichas asociaciones nada más el pensamiento sería un imposible. El consejo no pedido choca por lo obvio: piense solamente en aquella asociación (pensamiento) que le resulte más importante,- es como ver y seguir al pájaro líder de pecho rojo entre toda la parvada, que no-, pues sí; pero ve por tu medicina madrina mientras decimos que la concentración es mantener la atención en algo, digamos un problema, por un tiempo prolongado, que no es lo mismo que hacerlo con intensidad en un punto fijo. ¿Cómo evitar pensar en las cosas que por azar fluyen en nuestra calenturienta mente?. Aceptando que si nos concentramos en forma intencional podemos tener 10 ideas útiles contra una sola como resultado de la divagación. La clave para lograrlo es muy sencilla, se llama interés. Y es él el que guía nuestra atención salva guardando ese pensamiento valioso de una infinidad de pensamientos distractores. El gran HH pone de ejemplo a un hombre que empieza a erigir una alambrada de púas, pone todos los postes pero pierde interés y decide plantar papas, se pone a arar su tierra pero cambia su idea y saca pintura para pintar el frente de la casa, lo hace con la puerta pero en ese momento cambia... y así se la pasa los días y la vida. Ese hombre, y mujer, es un divagador(a) que nunca concluirá nada importante, en cambio, un pensador que tiene la habilidad de concentrarse o pensar sistemáticamente hace muchas más cosas y de manera eficaz. El reto es prolongar en todo lo posible el "lapso de atención". Sin embargo, habrá ocasiones en que surjan ideas inconexas interesantes y que debemos anotar inmediatamente, así, podremos hacer un registro de nuestro proceso intelectual un poco más tarde y nuestra atención se mantendrá intacta,- como el remero que no ve para adelante pero se guía por lo que va dejando atrás sin dejar de avanzar hacia su objetivo, que no-, trastocaste una de las ideas de HH pero se vale mi distractora parienta, terminemos advirtiendo que eso de escribir las ideas que se nos atraviesen por la cabeza tiene el inconveniente de la lentitud y nos puede hacer perder la idea central y os digo, de cierto os digo que esa es la lucha que el tal Adriano sostiene desde hace 450 columnas, y como no sabe mecanografía ni taquigrafía para aumentar la velocidad de registro de "ideas locas", el segundo consejo no pedido es enunciar en voz alta los pensamientos a medida que se les va teniendo. Es un truco sencillo pero poderoso. No se puede divagar sin darse cuenta de ello y al decirlos en voz alta los recordaremos más adelante robándonos nada de atención, además de que mantenemos a la parvada volando alrededor de la idea líder. Si queremos mantenernos atentos hay que hacer dos simples cosas: estimular o intensificar nuestro interés en el tema, por ejemplo decir "esto que estoy leyendo o lo que está diciendo el maestro es en verdad importante", y reduzca las distracciones, sobre todo las internas,- pero si el chamaco puede estudiar con música no hay problema, digo yo-, y dices bien, la idea es descubrir lo que nos va bien, y si las imágenes lo distraen pruebe a cerrar los ojos. Nada pierde. Debe cuidar, estar muy atento a sus ideas que son el activo más valioso de su ser. Las ideas, siempre las ideas. No deje que otras de menor peso o importancia las aniquilen. Vuélvase un buen pensador y el éxito, sea lo que sea, estará de su lado. Como siempre la práctica es la madre de todas las ciencias, así que dedique media hora al día a la concentración. El pensar como ciencia lo justifica.